martes, 25 de agosto de 2015

Necesito pasta... y el puto diablo me tienta

Podría escribir un post todos los días sobre historietas de ultramarinos, pero caigo muerta por la noche que es cuando tengo tiempo. Además sería cansino porque mi vida se reduce a una especie de Triángulo de las Bermudas y solo tengo historias de barrio que contar, tanto como participante como observadora.
En puertas de inaugurar mi propio negocio sigo trabajando en el de mi hermana hasta que pueda abrir, y a parte de currar muchísimo tengo la tarea de archivista de casos e historias singulares y ando configurando el top ten de cosas marcianas que nos suceden, ya sean preguntas o situaciones.

Durante un par de semanas mantuvo la primera posición indiscutible la siguiente pregunta: ¿me pones unas pocas aceitunas "arlequinas"?. Jamás volverán a llamarse arbequinas, lo jodido es que a veces me equivoco y soy yo la que utiliza el término.

Hasta hoy mismo estaba convencida que nada ni nadie podría superar la siguiente: ¿tenéis comida preparada para "zodíacos"? Muy digna y procurando no soltar una risotada le mostré todo lo que podía comprar para Virgo, Leo, Piscis o Capricornio siempre que fuesen "celíacos".  Y ahí estaba mi ganadora indiscutible.

He pasado toda la mañana prácticamente sola hasta última hora que ha venido mi hermana a recoger conmigo. Habrán entrado unos cinco clientes desde que ella ha llegado hasta que hemos empezado a recoger. Los he atendido todos yo mientras ella se dedicaba a cerrar los pedidos semanales y no me he fijado en ninguno en particular, salvo el último, que llevaba un casco. Sé que ha entrado únicamente con el casco en la mano, sin bolsas, y ha estado interesándose por las obras y preguntándome cosas.
También me ha llamado la atención, no tanto por la cantidad de billetes que ha sacado del bolsillo para pagar, sino por la forma como los movía, un chico joven que es cliente habitual. He pensado que ese tipo es jugador de póquer, tenía un manejo de la pasta "muy profesional".

Cuando ya estábamos solas he oído que me preguntaba si la bolsa de una famosa zapatería era mía, a lo que he contestado que no.

- ¿Recuerdas quien se la puede haber dejado?
- No. Solo me he fijado en el tipo del casco y no llevaba ninguna. Mira si hay algo que permita identificar al dueño.

[Inciso: me refiero a ellos en masculino porque todos los que han entrado eran bípedos de este género].

Levanto la vista y veo que extrae una bolsa de plástico vacía, que tapaba el contenido, y sus ojos se abren tanto que ni parece ella. 

- ¿¿¿¿Y????
- Ufffffffff... ¡Madremíadelamorhermoso¡
- ¿¿¿Y???  ¿una oreja? ¿un dedo? ¿una cabeza de caballo?
- Pasta. Mucha pasta. ¿Cómo es posible olvidar una bolsa con eso dentro?
- Bueno, eso lo entiendo, podría haber sido yo... si tuviese pasta, claro. 

Me acerca la bolsa abierta y veo distintas bolsitas de plástico de las que llevan zzziiiippp (para que nos entendamos: de las que se usan para meter maría o pastis o...cosas de mala vida, porque para congelar son demasiado chiquitas) y unos papeles que envuelven algo.

- Eso parece un paquete de jamón york o algo así... debería meterlo en la nevera.
- No creo sistah. Eso no parece de charcutería.

Desenvuelve uno de los paquetes y hay fajos y más fajos... y empiezo a descojonarme. Qué cosas tiene esta mujer, jamón york, alma de cántaro...  Acerco mi prodigiosa nariz a la bolsa y sentencio que "huele a maría que te cagas".
En ese preciso momento creo saber quien es el propietario.

- Joder, esto es muy fuerte. ¿Ahora qué hacemos?
- Nada, no podemos hacer nada. Se supone que pasará a preguntar si hemos encontrado una bolsa. Bueno, supongo que irá a todas las tiendas y rincones por donde haya pasado para recuperarla. Y si no lo hace es gilipollas.
- ¿Si viene se lo decimos?
- No, no, noooo, ni hablar. Tampoco sabemos seguro si es suya. Que pregunte él. Y si lo hace le decimos que describa la bolsa que tenemos más de una.
- ¿Y ya está?
- Y ya está.
- Vale, pues me la llevo a casa porque...
- ¡Joder! Que no. No la saques de aquí. No muevas esta bolsa. Y no pronuncies que si nadie la reclama la llevemos a la pasma, porque tendrás que pasar por encima de mi cadáver. No mires más, déjala ahí dentro y olvidemos lo que hemos visto. Volverá a por ella.
- Porque esto no es dinero muy limpio, ¿verdad?
- Jajajajajajaaaaaa... no, ni es jamón york ni es pasta limpia, créeme.
- Hostia puta, me da muy mal rollo. ¿Y si no viene?

Si no viene me nos soluciona temporalmente la vida.

miércoles, 5 de agosto de 2015

BARBAS

Sino me miro en el espejo no soy consciente de ello, pasadas unas horas casi no duele.

- ¡Buenos días!
- Voooy, ahora salgo.

Aparezco detrás del mostrador secándome las manos y cuando levanto la vista para saludar veo los ojos de Lidia completamente abiertos.

- ¡¡¡Madre mía!!! ¿Qué te ha pasado, niña?
- Bueno... (intento ganar tiempo para inventarme algo que decir)
- Cómo tiene que doler eso...  ¿Es una quemadura? ¿Una rozadura? Tienes la barbilla y los pómulos destrozados, cariño.
- Duele, duele... Tropecé con una alfombra y me di de bruces y me quemó la cara.

Tengo la sensación de haber sido firme y decidida en mi respuesta pero su cara no indica lo mismo.

- Vaya, pues menudo leñazo, ¿no? ¿Hiciste dos metros en plancha con la barbilla sobre la alfombra?
- Que no cuela, ¿no?
- Hombre, no mucho la verdad.
- Me lo hice follando. Ya está. Ya lo he dicho.
- ¡¡¡¡JO-DERRRRR!!!! Claro, se empieza haciendo el tonto en la alfombra y luego... te acabas rozando toda. Qué suerte tienes, ¡la virgen!. Yo ya no soy capaz de recordar estas cosas porque con los años...
- ¡Para! Para, para... Solo fue una barba recién recortada y mucha calentura. Con la alfombra me habría quemado el culo o las rodillas o los codos, no la cara.
- Ya... pero qué envidia.
- Bueno, ¿qué te pongo?
- Una de guisantes con jamón y de segundo... una de barbudo.. jajajajajaaa

Qué mala es la envidia... 



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