El espejo, desde
hace poco y por primera vez en mucho tiempo, me devuelve a una vieja
amiga.
Está distinta.
Pero es ella.
He llegado a
pensar en muchas ocasiones que no lo conseguiría, que la había perdido en este
incendio. Me ha costado reencontrarla. Reencontrarme. Volver a la esencia,
reconocer y -sobretodo-
aceptar. Recuperar e
integrar lo que queda de mi, en ésta, mi
mudanza de piel. Asumir aquello en lo que me he convertido. Respirar,
levantarme, echar a andar. Sin
saber a dónde me llevará el camino ... y
sin mirar atrás.
No es fácil y en
ocasiones todavía sufro calambrazos de ascopena y rabiallanto. A las féminas
los torrentes hormonales nos juegan malas pasadas a veces, e inesperadamente me sorprenden viejas
sensaciones que creía ya superadas.
Aunque pienso, no obstante y sin querer lanzar campanas al
vuelo ... que ya ha pasado lo peor.
El resumen de lo
que ha sido esta época de mi vida, podría encajarlo en una única palabra: hambre.
Qué es el hambre sino un vacío, y
la necesidad desesperada que nos mueve a
llenarlo de cualquier forma. He intentado saciarme de muchas maneras. He buscado en botellas, en
drogas, en camas ajenas y en lágrimas propias un consuelo que solamente he
encontrado de manera puntual y ficticia. En su día busqué y leí mucho,
intentando averiguar si existía una fecha mágica en la que todo el dolor y la
rabia, de repente, caducara como por arte de encantamiento. Y en todos los
lugares en los que indagué –y creedme, fueron muchos- hablaban de los “dos años de duelo”, como si la
cuestión fuera solamente dejar el tiempo correr como si fuera una cuenta atrás.
¡Pues qué fácil!. Intenta distraerte, sal
con amigos, aprovecha para hacer todo aquello que un día quisiste hacer ... Sobrevive
como puedas, porque el tiempo todo lo
cura, y cuando menos te lo esperes, un
buen día, un arcoiris entrará por tu ventana llenando tu vida de luz y llevándose
las penas con él. “Dos años y un día,
¡¡campana y se acabó!!”- cantará un unicornio rosa con timbre de soprano.
¡¡Y ya!! Henchida de emoción llegaste al día en el que superaste tu condena,
¿no es maravilloso? . Saltos, volteretas y cabriolas ... ya puedes quitarle el precinto a tu felicidad.
Pues bien. Desde
aquí alzo mi voz para decirle enérgicamente
a cualquiera que caiga por estos lares, a través de búsquedas tipo “superar una separación” o “superar un
divorcio” que ... no lean más basura. Si algo he aprendido de mi viaje, es que NADA
NI NADIE puede llenar tus vacíos más que tú mismo. Ni siquiera el tiempo, ni el
amor de tu gente por mucho que lo agradezcas (que lo haces)... puesto que eres tú el que
vive en tus zapatos, y sólo tú sabes por qué lugares has transitado, y lo peor
es que en muchas ocasiones, ni tan sólo eres consciente de qué cantidad de
polvo del recorrido arrastras contigo. Y darse cuenta de eso, te arroja ante una realidad que da mucho,
mucho vértigo. Y es que, en tu universo interior lleno de mierda ... estás
solo.
Shit happens.
Nadie ni nada va
a aparecer como por arte de magia a limpiar tu bazofia interna ni a ordenarte
el caos. Hay que trabajárselo, amigos. La vida te lanza lecciones como dagas y
en tu mano está amargarte por tu mala suerte y enquistarte en esa autolástima ...
o aprender algo de ellas y usarlo para cambiar cosas. Pastilla roja o pastilla azul ... ¿cuál prefieres, Neo?.
Si estáis en esta
situación, voy a deciros algo que a mi me habría ayudado escuchar: tu vida es tu responsabilidad. Tú también has
hecho algo mal. Las situaciones desfavorables o el trato inadecuado hacia tu
persona por parte de otros solamente sucede si TÚ LO PERMITES. La has cagado.
LA HAS CAGADO y no pasa nada, somos humanos. Intenta ver qué ha sido (a veces
hace falta un terapeuta, te lo recomiendo), cabréate, llóralo ... y déjalo ir.
Suelta lastre.
Cuesta. Cuesta
mucho. No hay que tapar, no hay que
negar, no hay que autoengañarse, no hay que distraerse ... hay que LLORAR.
ENFADARSE. VIVIR EL DOLOR, RECONOCER LA SENSACIÓN, DEJAR QUE SUCEDA, PERMITIR
QUE AFLORE ... y dejarlo ir.
Es demasiado
fácil dejarse mecer en la noria de la autocompasión. Pero también es lo que más
duele.
Bajaros de ahí.
Dos espejos frente a frente crearán
cien mil caras que observar,
Puede que alguno de ellos sea el real
lo tendré que investigar.
Que empiece el viaje ya ...
Dos espejos frente a frente crearán
cien mil caras que observar,
Puede que alguno de ellos sea el real
lo tendré que investigar.
Que empiece el viaje ya ...